Luis Cardei, una voz entrañable que le dio emoción al tango
A 19 años de su muerte, un regreso a las historias y creaciones que convirtieron al músico en un personaje admirado y respetado, como también en un ícono del “tango joven”. Tenía una expresividad que desbordaba emoción, seducía con las delicadas armas de un carisma al mismo tiempo aristocrático y callejero, puso reglas propias para plantarse en un escenario frente al público, era un conversador culto y pasional, le gustaba el whisky, las mujeres lo amaban, tuvo problemas con la heroína y murió joven. No estamos hablando de Luca Prodan; estamos hablando de Luis Cardei, un artista extraordinario.
Resulta complejo mensurar la influencia de Cardei en el panorama tanguístico de mediados de la década del 90. Fue un punto de inflexión de la notoria renovación finisecular, protagonizada mayormente por milongueros en zapatillas y estudiantes de escuelas de música popular que se zambulleron en el conocimiento del tango. Fue una movida efusiva, proteica y diversa, que tuvo como extremos estéticos y políticos a la aguerrida Orquesta Fernández Fierro con el expansivo cantor Chino Laborde a la cabeza por un lado; por el otro a El arranque, con la sobria voz de Ariel Ardit. Luis Cardei transitaba otro sendero pero, curiosamente, fue un antecedente inmediato y transversal de ese fenómeno que en aquel 2000 problemático y febril algunos categorizaron como "tango joven". Nota aquí.
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