MORIR
Y una se pregunta si morir será esto,
este mirar sin ver cómo pasan las horas
y cómo se devora este mundo a sí mismo
sin apenas cambiar el gesto de los labios,
sin que la rabia empuje siquiera a un parpadeo.
Esta falta de fe en cuanto se creía,
esta fugacidad de las promesas,
la volatilidad de lo perpetuo,
el silencio interior entre el estruendo,
la soledad espesa que aprisiona.
El horror como norma inamovible,
la injusticia hecha cuerpo y asumida
como algo inevitable
por los que la provocan
e incluso por aquellos que la sufren.
Y esa voz que me grita y me censura
¿Pero de qué te quejas?
¡Si eres feliz! —repite como un mantra.
Eres feliz, feliz, inmensamente
feliz, tanto que no tienes derecho
a lucir ese rictus de tristeza…
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