«No me gusta vivir del pasado ni de las falsas nostalgias»
El músico donostiarra publica ‘Amigos de guardia’, un álbum de colaboraciones que repasa sus 35 años de carrera.
Lo único que ‘Amigos de guardia’ tiene de disco de grandes éxitos convencional es que la idea la tuvo su discográfica. Aparte de eso, todo es bastante sorprendente en este álbum que recorre toda la trayectoria de Mikel Erentxun incluyendo, por supuesto, su etapa con Duncan Dhu: tiene la friolera de veinticuatro invitados, y el repertorio ha dejado fuera precisamente a sus grandes ‘hits’, léase ‘Una calle de París’, ‘Jardín de rosas’ o ‘Cien gaviotas’. «A la compañía eso no le hizo mucha gracia», cuenta el músico al teléfono. «La consigna fue que mis invitados eligieran el tema que ellos quisieran. Y al final escogieron muchas canciones menores de mi carrera, incluso caras B. Pero que no se preocupen lo fans que vengan a las presentaciones en directo que empezarán el próximo mes de enero porque ahí sí incluiré las más conocidas que no han entrado en este disco».
Colaboraciones galácticas
La idea original era montar un concierto lleno de amigos, pero la pandemia dio al traste con el plan, que poco a poco se fue convirtiendo en un disco de colaboraciones. «Se nos fue un poco de las manos, porque al principio iban a ser cuatro», dice Erentxun. «Lo grabamos en tres días, en directo, en Estudio Uno (en Colmenar Viejo), por donde fueron desfilando todos los colaboradores cada dos horas. Todo un espectáculo», ríe el artista, que sólo recibió pistas por correo electrónico de los amigos que no estaban en España en ese momento, Enrique Bunbury y Andrés Calamaro.
Coque Malla, Zahara, Anni B Sweet, Iván Ferreiro, Eva Amaral y Juan Aguirre (Amaral), Santi Balmes, Amaia, Quique González, Xoel López, Abraham Boba (León Benavente), Ángel Stanich, Marc Ros (Sidonie), Miren Iza (Tulsa), Leiva, Víctor Cabezuelo (Rufus T. Firefly), Izaro, Carolina de Juan ‘Nina’ (Morgan), Rafa Val y Alberto Cantua (Viva Suecia) y Maika Makovski completan la lista de convocados de un equipo galáctico, todos ellos amigos a los que no ve tan a menudo como quisiera, pero que siempre estarán ahí para él. «De ahí el título», explica Mikel, que asegura haber vivido una experiencia «muy emotiva y natural, en la que nada ha salido forzado». Un requisito indispensable para un artista al que no le gusta nada mirar atrás. «Al ver que eran treinta y cinco años de carrera me dio un poco de vértigo, porque soy una persona que lleva muy mal el paso del tiempo. No me atrae nada vivir del pasado, de las falsas nostalgias, pero esto ha sido muy bonito». Nota aquí.
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