miércoles, febrero 14, 2024

Luis Caro

 Luis Caro homenajea a Juan Gelman en "Ausencia de amor"

“Él estaba en la mesita de luz como quien tiene El Corán o La Biblia", afirma el músicos sobre la obra del poeta. 

“La temporada está empobrecida y gris, como el país”. Luis Caro mira de cerca el marco presente y poco feliz de Mar del Plata, porque es de y está allí, donde edificó buena parte de su trayecto artístico. Buena parte, es decir, de los 17 discos que publicó entre 1982 y la fecha. Y también algunas de sus obras que consisten en ambos formatos: los dos volúmenes del libro-disco País semejante, más El mundo es un caballo y Mareas. “Hay poca gente aquí, bajísimo consumo y caras tensas, en una ciudad que supuestamente debería espejarnos lo contrario”, insiste Caro, sobre lo que observa a su alrededor, mientras piensa una acción a la par: “Habrá que resistir… Como dice el Indio Solari: 'en la resistencia está todo el hidalgo valor de la vida'”.

En eso anda entonces Ausencia de amor, flamante disco de Caro, cuyo objeto central es homenajear al poeta Juan Gelman. “Son poemas que vengo musicalizando desde los '80”, informa el esteta marplatense. Entre ellos, suenan en clave musical, el poema homónimo, “Soneto de dulzura”, “Llamamiento” y “La más mujer”. “¿Por qué Gelman, hoy? Porque el compromiso político con su tiempo, el amor, la poesía como reflexión y el destierro son núcleos poéticos de una vigencia asombrosa”, justifica el artista, cuyo raid biográfico hacia atrás lo detecta en interacción con Alí Primera, Los Jaivas, Amparo Ochoa y Mercedes Sosa, entre muchos otros y otras. También parando la olla no solo como músico y escritor, sino también como actor, titiritero, músico callejero e investigador, siempre con el cuerpo puesto en la militancia.

Exiliado durante la dictadura cívico-militar-neoliberal, ha presidido en efecto la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos, justamente en Mar del Plata, donde también fundó la Red Federal de Cultura, promovió la Ley provincial de Artes y produjo el ciclo de música popular en cárceles federales, cuando el milenio pasado entraba en su ocaso. “Comencé a musicalizar a Gelman en los '80, luego de una lectura apasionada y cotidiana de su obra”, retoma Caro. “Él estaba en la mesita de luz como quien tiene El Corán o La Biblia. Gelman entre las tostadas y los deberes de los chicos, quiero decir, al punto de que mi cuarto hijo lleva su nombre, y en sus cartas el poeta se interesó por la longitud y el peso del bebé, e inclusive guardó en mi casa un poema que les dedicó a todos”. Nota aquí.



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