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Se nos ha ido el más grande todos. El único estadista que encarnaba la defensa absoluta de los derechos humanos y el amor a la vida y a las cosas pequeñas y buenas. En un mundo inmerso en la producción desaforada y el individualismo depredador de los mercados, él encarnaba exactamente lo contrario, la conexión con uno mismo y con los otros, los espacios compartidos, el amor por el prójimo, la paz, las cosas hermosas. Pepe es y será siempre un faro, un referente absoluto para todos los que soñamos con un mundo más bello y más justo. Que viva su luz por siempre en el corazón y en el recuerdo de todos nosotros. Te amo, Pepe. Buen viaje, compañero.
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