REFUGIO
Tenia un refugio.
Un peine de hierba entre los dedos.
Una raíz de nube en la almohada.
Tenía un refugio.
Un lecho de cuartillas y de cielos.
Una gotera de luces en el alma.
Una ventana con vistas a su isla.
Tenía un refugio.
Un oído con partituras y arroyuelos.
Una marea que me acariciaba.
Un manantial de soles y alegrías.
Entonces, nunca era demasiado tarde.
Se posaban en sus trenzas mis palabras.
Nada era excesivo.
La dicha habitaba en un susurro.
El éxtasis en el zaguán del equilibrio.
La belleza era el único destino.
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