miércoles, diciembre 10, 2025

Joaquín Lera

 Echo de menos los mimos del páramo.

El amor universal.
Cuando de los bolsillos salían tréboles de cuatro hojas…
y tormentas de colores de las pupilas.
Echo de menos el gorro de paja y las katiuskas.
La nieve en el cristal.
Allí; donde los dedos dibujaban sueños imposibles…
que hipnotizaban cada surco
de la vida.
Echo de menos el abrigo
desheredado.
La tenue luz del portal.
El sacacorchos de metal, parecido a un búho, con el que hablaba.
Como si fuera el único aliado
que me entendía.
Echo de menos el vuelo de las musas.
Su mirada ancestral.
El arenal de la brisa y los misterios,
donde inventábamos leyendas,
flanqueados por una vanguardia de utopías.
Echo de menos embarrarme en el charco de un abrazo.
La transparencia sutil del sedal.
Nadar con los delfines que saltaban por mis pensamientos.
Descorchar abismos en dedales
de alegría.
Echo de menos seguir el rastro
de una duda.
Su imaginario abismal.
Horadar el corazón de un instante.
Jugar a las canicas con el cielo.
Sudar tinta de arcoíris en tu cueva
sibilina.
Echo de menos amarte sin sobresaltos.
Escabullirnos en horizontal.
Y luego; sin límites… ni extravíos,
descalzarnos y desnudar nuestros tobillos moribundos hasta un fin sin igual.
Hay demasiadas máscaras.
¿Quién habrá detrás?



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