La vuelta del perro
Al caer la tarde la gente del pueblo calienta la pava, y, antes de que el agua hierva, la retira, llena sus termos, prepara la yerba, el mate, se sube al coche y se dirige a la plaza.
Es domingo y el invierno dio una tregua para regalar un cielo azul, ancho como una sonrisa y un sol radiante como aquel de la infancia.
“Llamó la pequeña”. “¿Y?”. “Que viene para el cumple de Delfina. Que todo bien por Buenos Aires”. Y al pasar por la Iglesia ella se persigna. Después sigue cebando el mate. Crónica completa aquí.
miércoles, agosto 18, 2010
Ismael Serrano
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