Lancemos las redes
Los clásicos, es decir, los tenebrosos intelectuales de la generación del 98, vivieron horas de angustia, con los afanes de una España que perdía barcos y honra en el ultramar caribeño y las filipinas mosquiteras. Los Unamuno, Valle, Baroja, aspiraban a una patria moral y suspiraban por unos políticos menos amorales. Costa era su profeta y la honradez su moneda. Qué dirían ahora estos severos escritores y filósofos ante la degeneración de los hombres públicos y el pillaje a la luz del día de nuestras instituciones. Crónica aquí.
sábado, mayo 12, 2012
Joaquín Carbonell
Publicadas por Romano a la/s 8:40 a.m.
Etiquetas: Joaquín Carbonell
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