sábado, diciembre 10, 2016

Roberto López Belloso

“Era una combinación de compromiso político y estético”
El libro despliega textos de Poniatowska, de Serrat y de varios cronistas latinoamericanos, proponiendo una multiplicidad de itinerarios en torno del escritor y periodista uruguayo. Roberto López Belloso, editor del volumen, analiza la importancia de la obra de Galeano.
Nunca quiso “palabrear” lo sagrado en Memoria del fuego. Elena Poniatowska revela que cuando leyó sus libros adquirió una conciencia que le hacía mucha falta. La escritora mexicana, que tuvo el privilegio de entrevistarlo, plantea que Eduardo Galeano “se fue despojando uno a uno de todos los atributos de la gloria, de todas las prebendas y los reconocimientos y llegó limpio al final de su vida, desnudo de afeites”. Joan Manuel Serrat, que lo conoció en la sección de discos de uno de los grandes almacenes de Barcelona, a principios de los 80, cuando aún estaba exiliado en Pineda de Mar, un pueblo del litoral catalán, recuerda que en cada uno de sus viajes a Montevideo iba a la casa de la calle Dalmiro Costa a cenar con él. “La cena siempre fue una excusa para prolongar la conversación, aunque más que hablar con él, le escuchaba. Era encantador y coqueto en especial con las mujeres que, entregadas, le devolvían lindezas. Ocurrente y gracioso, tenía un gran talento para inventar historias, una memoria privilegiada para recordarlas y mucha gracia para contarlas. Le he escuchado la misma historia varias veces y siempre ha conseguido divertirme por más que el cuento, como nosotros, fuese cambiando y envejeciendo con el paso de los años –escribe el cantautor español–. En Montevideo o en Buenos Aires, en Barcelona o en Madrid, nos buscábamos hasta dar con nuestros huesos en nuestras risas”. Eduardo Galeano, un ilegal en el paraíso (Siglo XXI) propone una multiplicidad de itinerarios en torno de la vida y la obra del escritor y periodista uruguayo, que murió el 13 de abril de 2015. El editor del libro, Roberto López Belloso, se aleja de la hagiografía para sumergirse en los temas, obsesiones y polémicas de una figura intensa que, más allá de su profunda empatía hacia la revolución cubana, supo cómo “criticar de frente y elogiar por la espalda”. Nota aquí. 



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