El romance del trovador y su gente
Durante más de dos horas el cubano desplegó un repertorio lleno de clásicos, con algunas canciones más recientes e incluso inéditas. Dedicó el show “a los derechos de la mujer”.
“Gracias, gracias”, dice Silvio Rodríguez ante cada ovación. No dice mucho más. Entre canción y canción, se limita a contar alguna breve anécdota o hacer una mínima introducción con palabras. Por momentos, se queda callado o pide silencio antes de empezar a tocar. Del otro lado, gritos de amor a él, a Cuba y a sus canciones. En el Luna Park se respira un clima de celebración similar a cuando un familiar viene de visita después de mucho tiempo. Hay euforia, pero también angustias atragantadas y ganas de sacarlas para afuera. ¿No dice mucho más Silvio? ¿En serio? El trovador cubano escucha y canta. Las que hablan y dicen son sus canciones. Se manifiesta a través de su repertorio. En “Pequeña serenata diurna” le agradece a los muertos de su felicidad, en “El necio” le canta a la libertad de los pueblos latinoamericanos, en “Eva” a la mujer y sus luchas, y en “Rabo de nube” a la esperanza. Y así va tejiendo durante más de horas un repertorio lleno de clásicos que trascienden el tiempo y algunas canciones más recientes e incluso inéditas. Nota aquí.
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