Pablo Moro sabe dejarnos a cuadros
El cantautor ovetense pone música a cuatro obras del Bellas Artes, en un derroche de sensibilidad que atrapó a los visitantes.
Toda la vida de un hombre puede estar en un museo y la de Pablo Moro está en el Bellas Artes de Asturias. El músico desgranó todo lo que lleva dentro en cuatro canciones; cuatro composiciones que nacieron para el Día Internacional de los Museos y que ayer vieron la luz en la pinacoteca asturiana.
La luz fue el inicio del recorrido por el Palacio de Velarde y el edificio de la ampliación. La luz del taller del Greco, del que salió el apostolado que se expone en Oviedo. "Esta sala es azul, distinta al resto del museo", advirtió Moro, y hasta el visitante repetidor miró el color de las paredes. Cierto, la sala tiene otra luz, y en eso, en la luz, reside la maestría del Greco y su taller. Pablo Moro puso letra y música. "Una luz tan brillante" fue la primera canción en sonar. La voz de Silvia Quesada, que le acompañaba, iluminó la sala. Completó la gama cromática del azul de las paredes sin dejarse llevar por el "borrón oscuro" de los trazos de Domenikos Theotokópoulos y su taller, que pintaban sombras para inventar la luz. Esa luz tan brillante se hizo música en la voz de Silvia y Pablo, dos nuevos apóstoles que sumar a la colección del museo asturiano.Nota aquí.
La luz fue el inicio del recorrido por el Palacio de Velarde y el edificio de la ampliación. La luz del taller del Greco, del que salió el apostolado que se expone en Oviedo. "Esta sala es azul, distinta al resto del museo", advirtió Moro, y hasta el visitante repetidor miró el color de las paredes. Cierto, la sala tiene otra luz, y en eso, en la luz, reside la maestría del Greco y su taller. Pablo Moro puso letra y música. "Una luz tan brillante" fue la primera canción en sonar. La voz de Silvia Quesada, que le acompañaba, iluminó la sala. Completó la gama cromática del azul de las paredes sin dejarse llevar por el "borrón oscuro" de los trazos de Domenikos Theotokópoulos y su taller, que pintaban sombras para inventar la luz. Esa luz tan brillante se hizo música en la voz de Silvia y Pablo, dos nuevos apóstoles que sumar a la colección del museo asturiano.Nota aquí.
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