LOS DOMINGOS DE INVIERNO
Estoy junto
a la ventana,
cae una lluvia fina, en la calle
empiezan a encenderse
las farolas.
a la ventana,
cae una lluvia fina, en la calle
empiezan a encenderse
las farolas.
El día se ha hecho viejo
de repente
y ahora
—herido de muerte—
con su luz gastada, enfermiza,
encamina sus pasos
bajo la lluvia
hacia el cementerio
de los días.
de repente
y ahora
—herido de muerte—
con su luz gastada, enfermiza,
encamina sus pasos
bajo la lluvia
hacia el cementerio
de los días.
Otro domingo
que se va
—piensas—
dejándote,
como acostumbran,
sólo su melancolía.
que se va
—piensas—
dejándote,
como acostumbran,
sólo su melancolía.
Y, sin embargo,
mientras lo ves alejarse
entre las luces
amarillas,
sabes
—como se saben estas cosas,
con una certeza absoluta—
que no hay para ti
en este instante
un lugar mejor en el mundo.
mientras lo ves alejarse
entre las luces
amarillas,
sabes
—como se saben estas cosas,
con una certeza absoluta—
que no hay para ti
en este instante
un lugar mejor en el mundo.
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