sábado, octubre 09, 2021

Rodolfo Serrano

 Desde mi retiro

Estoy ya retirado. Salgo poco. Mantengo
algún mensaje tonto con tres o cuatro amigos.
Rechazo invitaciones a eventos literarios
y hasta he renunciado a andar por esas calles.
Mis últimas lecturas son los informes médicos
que hablan de los fallos de órganos, de isquemias,
valores tumorales y alguna otra palabra
que no está ni siquiera aceptada en la RAE.
Mis mañanas son largas. Me levanto temprano.
El pan y los periódicos, y luego, a medio día,
algún vino sin prisas, una frugal comida
hablando de los hijos que llaman poco y tarde.
No hay ningún sobresalto en la dulce rutina
Más tarde, me adormezco y dejo que la noche
entre por mi ventana y me arrope en sus brazos.
Leo, tranquilo y despacio, a mis viejos poetas
y miro por la tele el desastre anunciado,
las pateras, los niños y las guerras y el hambre.
Cada noche me duermo sin pensar en mañana.
Un lexatín ayuda a reparar el alma.
Y pienso que esta vida que me queda en las manos
es un esfuerzo inútil, pero hermoso y eterno,
un camino a la nada de una estrella fugaz.
Me llama todavía alguna voz amiga.
Pero hace mucho tiempo que me até como Ulises
al mástil de la nave que nunca ha de tornar.
(Y espero, todavía, que las sirenas traigan
a mi boca tu nombre que no quiero olvidar).
Foto de Raul Cancio.



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