miércoles, octubre 01, 2025

Fernando Lucini

A PABLO GUERRERO, ¡CON TODA MI ALMA!

Mi querido Pablo, esta tarde iré a verte y a despedirte en este último viaje y a decirte, en el silencio, que te quiero y que me esperes; tal vez alli es posible, que como tú cantabas, por fin podamos "ver nacer a los niños con alas".

Permíteme ahora que te comparta estas palabras que escribí sobre tí en aquel "RETRATO ÍNITMO" que publiqué en 1998 en el libro "Crónica cantada de los silencios rotos":

«En un lugar de este planeta nuestro, en el que aún existen los poetas –para más señas en Extremadura– y en un tiempo de sed y de silencio, entre "amapolas y espigas", estalló una bocanada de lluvia fértil, una voz serena y desbordante, una mirada honda: la mirada y la voz de un "perseguidor de sueños habitado por un rincón de sol en la cabeza"...; y fuimos muchos los que en su voz alimentamos nuestras ganas de vivir...; y en su voz-lluvia –incrustada "a cántaros" en lo más profundo del alma– todavía hoy permanecemos en la esperanza...; tal vez, para siempre, irremediablemente, hasta que un día consigamos "ver nacer a los niños con alas".

»Él nos enseñó, en el tiempo de las tinieblas, a "no paralizar el paso" y a creer que "nuestras manos crecen como antorchas que en la noche amanecen"...; con el supimos que "la libertad es mucho más que una palabra escrita en la pared"...; al rescoldo de los sonidos de su guitarra presentimos el "mundo bailando en coro una danza solidaria"...; por su dulce culpa remudamos el alma e intentamos emprender "una vida tan bella como cien televisores apagados"...; en las noches de soledad y de silencio él nos hizo amar a "aquella muchacha triste que tenía en sus zapatos polvo de todos los caminos y cuya mirada era el lugar del mundo donde no había un Vietnam"...; gracias a él pudimos encontrarnos con "Teo, caminando entre dunas"–para siempre niño, para siempre poeta–...; él nos regaló "el ritmo de los besos, las lágrimas que salvan y la fuerza de las olas"...; en su canción vivimos la entrañable compañía del "amigo que un buen día se nos fue buscando el contacto del barro de la tierra"; o de aquel hermano de utopías compartidas al que "le costaba tanto moverse entre las normas de la tribu, y que, en las noches de resaca mala, sacaba de su pipa una paloma"....Crónica aquí.





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