miércoles, octubre 01, 2025

Rodolfo Serrano

Ha muerto Pablo Guerrero. Mi amigo. Poeta inmenso. Y un cantautor que llenó la música de poesía. Amable y bueno, me regaló su amistad, me acompañó siempre por bares y tabernas. Cada vez que lo necesitaba, allí estaba, a mi lado.

Hoy lloramos con esa lluvia, a cántaros, que nos empapa el alma. Descansa en Paz, viejo amigo.
Hace unos años escribí este poema que creo que recoge sus silencios y su ternura.
Comida para dos
En silencio los dos. Esta comida
es un encuentro amable del pasado.
Y no hay que decir nada. Las viandas
son un adorno más sobre la mesa.
Una copa de vino y el silencio.
Tampoco hay mucho más. Una palabra
se cruza entre nosotros. Un destello.
Sonreímos. Y nada nos importa.
El pasado es un pájaro mojado,
ya no puede volar a las estrellas.
Un recuerdo —¿te acuerdas? ¿No te acuerdas?—.
Y estamos con los días a la espalda,
soportando estas horas sin relojes.
La vida está cumplida —me parece—
y tú y yo somos polvo. Sólo eso.
No hablamos ni siquiera de las cosas
que se hablan a una edad como la nuestra.
Dejemos que este vino nos embriague,
que nos llene la nostalgia y que este instante
de eternidad sea eterno, eterno, eterno.
Y el tiempo se congele en esta mesa.
La cuenta. Un café solo. Y un chupito
por cuenta de la casa. Por la calle,
cae la lluvia sobre un brillo de automóviles.
Salimos a la calle. En el asfalto
la luz rompe la sombra de los árboles.
En silencio los dos hasta la boca
del metro más cercana. Nos miramos.
Tenemos que quedar más a menudo.
Y te digo que sí. Cualquier día de estos.
(Hay un tren que se marcha sin nosotros).
No sé quién es el autor de esta maravillosa foto que recoge tan bien su manera de ser.



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