domingo, octubre 26, 2025

Luis Tosar

 “La gente que vive contigo no tiene por qué comerse el marrón de que tú estés transitando por lugares oscuros”

En una profesión regida por las modas y los altibajos, el gallego es de los pocos actores españoles que siempre han estado allí. Acaba de estrenar ‘La deuda’, de Daniel Guzmán, y en diciembre volverá con ‘Golpes’, el primer largometraje de Rafael Cobos.

“Yo no soportaba a Denzel Washington”, dice Luis Tosar (Xustás, Cospeito, Lugo, 54 años). Zapatillas deportivas, vaquero gris, camiseta negra, afeitado completo, Tosar bebe café de un vaso de plástico en un estudio de fotografía de Madrid en el que ha pasado tres horas posando con una naturalidad escandalosa. “Es increíble”, murmura Pablo Zamora, el fotógrafo, viendo el trabajo recién hecho en pantalla: “No viene ni a mirar cómo ha quedado, es imponente”. “Yo no soportaba a Denzel Washington”, sigue Tosar. “Pero luego lo vi en una película hacer una cosa tan sencilla, tan buena, que me dejó alucinado. Era una peli en la que lo extorsionaban por teléfono y hay un momento en que le dan una información que le va a joder la vida. Y en ese momento, que dura un segundo, le cambia la mirada, los ojos se nublan, ya es otro. Y eso es la hostia, eso lo hace la gente muy grande”.

Cuando aún no era muy grande, el epicentro de la vida de Luis Tosar, y de Luis Zahera cuando aún se llamaba Luis Castro, y de Jorge Coira, y de tantos intérpretes veinteañeros gallegos que soñaban algún día con dedicarse al cine, era El Atlántico, un bar en la zona vieja de Santiago. Por allí también paraba otro aspirante a actor, Gonzalo Cortizo, que acabó en el periodismo. Cortizo sigue siendo amigo de Tosar (“todo el que se hace amigo de Tosar es amigo de Tosar para siempre: no olvida a nadie”). Cuando tenía 19 años, Cortizo le pidió a Tosar que le ayudase con la mudanza: se iba de casa. Tosar creyó que era una mudanza sin importancia. Le prestó su Renault Express para guardar las pocas cosas que tenía su amigo en su cuarto. Entró en la casa, sonriente, y la madre de Cortizo lo arrinconó contra la pared y le montó una bronca monumental: “¿Tú eres amigo de este? ¿Y dejas que se vaya de casa? ¿Tú sabes que deja a tres mujeres solas, sus dos hermanas y yo, que soy viuda? ¿Y tú le ayudas?”. El actor, violentado, no sabía dónde meterse. Han pasado más de 30 años, y la madre de Cortizo, cuando se le aparece Tosar en la televisión, dice siempre: “Menudo hijo de puta”.

De alguna manera, reconforta encontrar al menos a alguien que no pasa por el aro de la unanimidad sobre Tosar. Un tipo bueno que deja huella. “En el set es el que se sabe los nombres de todos los eléctricos, el que hace amigos de verdad. Cero flipado. Y en el día 25 de rodaje, cuando ya hay tensión, cuando las cosas se ponen duras y las relaciones se resienten, hace cuatro mamonadas y relaja todo”, dice su viejo amigo de Santiago.

Entre cine y series usted ha hecho más de 100 papeles, no incluimos teatro (Tosar empezó muy joven en el prestigioso Centro Dramático Galego). ¿Es posible que en todos esos papeles, también los antagónicos, haya algo de usted, una suerte de sello?

Siempre se encuentra algo ahí. Uno nunca se va del todo de su propio cuerpo. Hay una manera única de hacer las cosas que pertenece a los actores. Y cuando tienes la oportunidad de ver a alguien durante mucho tiempo y analizar sus trabajos, te das cuenta. Es interesantísimo. Hay unos pequeños hilos conductores, aunque el papel cambie mucho. Por ejemplo, Javier Bardem. Javier es un tipo camaleónico y cambia radicalmente de un personaje a otro. Pero tiene pequeños hilos conductores que de alguna manera definen su trayectoria. Hay que saber mucho de actuación y pasar mucho tiempo viéndolo para darse cuenta.

¿Por ejemplo?

Uno obvio es De Niro. Tiene sus tics ya interprete a un policía o a un delincuente. Pero a mí me fascina. Es cierto que De Niro es mi debilidad. Más que Pacino, sí. Tengo bronca por esto con muchos compañeros.

La abrumadora y reconocida (tres goyas) carrera de Tosar lo va a colocar en el futuro en el lugar de los clásicos del cine español. Ha estrenado en cines ahora La deuda, de Daniel Guzmán (dos Premios Goya, por el cortometraje Sueños y la película A cambio de nada), con Itziar Ituño, Susana Abaitua y el propio Guzmán en el reparto, y estrena el 5 de diciembre Golpes, primer largo de Rafael Cobos (Goya por los guiones de La isla mínima y El hombre de las mil caras), con Jesús Carroza y Teresa Garzón. Cine quinqui de atracos en los ochenta en el que Tosar interpreta a un policía hermano de un delincuente. Y sí, le toca perseguirlo. “Es una película en la que tienen que ver los vínculos familiares y tu destino, cuando tú crees que las cosas están ya más o menos enderezadas y nunca están enderezadas del todo. Y estos dos hermanos son las dos caras de la moneda en una España en agitación. Porque en esos años, cuando se empezó a construir un poco lo que hoy tenemos, imagino que mucha gente tuvo que tomar decisiones muy importantes y muy graves con respecto a cómo seguir adelante”, dice Tosar. Nota aquí.



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