Cafetines de Buenos Aires: el origen de un sitio que fue vanguardia y rompió con lo establecido en medio de un entorno conservador
El Florida Garden abrió en 1962 en la esquina de Florida y Paraguay. Los hitos y personalidades que pasaron por la calle a la que rinde homenaje, el por qué de su nombre y los interrogantes sin respuesta sobre qué arquitectos plantearon su diseño disruptivo e innovador.
El Florida Garden es un café irreverente, singular, un quiebre con lo establecido, vanguardista, con una escalera curva e imponente que baja por el centro del salón, dos plantas, barra de tragos, barra para cafés al paso y está revestido en cobre. Abrió en 1962 en la esquina de Florida y Paraguay.
La calle Florida primero se llamó del Correo. La actual denominación le fue puesta por el Directorio en 1814 en homenaje al triunfo patriota obtenido en la batalla de La Florida, en el Alto Perú, hoy Bolivia. Desde siempre fue la senda elegida por los pobladores de la vieja aldea para caminar desde el centro hacia las barrancas donde funcionaba la Plaza de Toros, actual Plaza San Martín. Florida es nuestro escaparate mayor. Donde se expone a cara descubierta nuestro devenir histórico. Fue el recorrido social elegido por los porteños por sobre el plan urbano que concibió a la Avenida de Mayo como proyección de una ciudad que se pensaba europea.
Por su eje desfilaron las fuerzas de Urquiza luego de derrotar a Rosas en Caseros en 1852. También las tropas del General Bartolomé Mitre, recién llegadas del Paraguay, vencedoras de la Guerra de la Triple Alianza en 1870. Entre ese año y 1880 fue elegida por familias de la élite para construir sus mansiones. Senillosa, Somellera, Pellegrini, Torcuato de Alvear tuvieron sus domicilios en la calle Florida. Presidentes como Mitre, Roca y Uriburu la caminaban a diario.
Hacia 1900 el tramo entre Rivadavia y Corrientes simbolizaba el Salón Social de Buenos Aires. Allí funcionaban el Sportsman, la Confitería del Águila, la Rotisserie Charpentier. Sirvió también como sede de instituciones sociales: la Sociedad Rural, el Jockey Club, el Círculo Naval y Militar y el Club de Gimnasia y Esgrima. Las menciones pueden resultar interminables: la casa de Mariquita Sánchez de Thompson, las reuniones del Grupo Florida en la Confitería Richmond, las caminatas de Jorge Luis Borges, las tiendas Bon Marché —actuales Galerías Pacífico—, Harrods, el Plaza Hotel, el Kavanagh, etcétera.
Dentro de los diferentes territorios que se observan a simple vista a lo largo de la calle Florida, el Florida Garden se ubica en el segmento que representó a lo establecido, pero que luego fue ruptura y transgresión. Ahí reside, para mí, su mayor valor. Se convirtió en un referente de la innovación dentro de un entorno que fue conservador.
¿Pero entonces fue idea de los accionistas abrir un café con esas características en ese rincón de Retiro? ¿Quién fue el arquitecto proyectista? ¿Por qué le pusieron Florida Garden?
En la semana fui por las respuestas. Llegué al café a media mañana de un día feriado. Pensé que encontraría a Javier Fernández, uno de sus dueños, más tranquilo y disponible para una charla. Me costó encontrar una mesa libre. El Florida Garden no sabe de calendario. Siempre trabaja a tope.
Javier es hijo de Jobino Fernández, un asturiano arribado a Buenos Aires en 1953 para emplearse en gastronomía. Jobino empezó como lavacopas en un boliche de la calle Medrano. Su primer sueldo le representó lo mismo que hubiera ganado durante un año en España. Así eran las cosas. Jobino Fernández llegó a ser gerente de El Reloj, la confitería de Lavalle y Maipú. Luego formó parte del primer grupo de accionistas del Florida Garden. Me cuenta Javier que muchas de las sociedades que se crearon para administrar bares y cafés las armaban martilleros que interesaban a distintos socios que podían conocerse entre sí de anteriores gestiones como no. Por ejemplo, en el Florida Garden, entre otras, participó la familia Fernández como también los Banchero de La Boca. Algunos ingresaban al negocio aportando capital mientras que otros lo hacían con trabajo.
Hoy Javier tiene 57 años. Este hijo de Jobino y Ángela, una gallega de Lugo, entró como socio y gerente administrativo del Florida Garden en 1995. Con treinta años al frente del café ha visto pasar varios siglos de historia por sus ventanales. Digo bien. Ya saben ustedes lo que representa en tiempo un año calendario en esta ciudad y en el país. Afirma Javier, sin poder constatar el dato con documentos, que el Florida Garden fue el primer local todo vidriado de la ciudad. Y no hay por qué ponerlo en duda. Recuerden, el café abrió a principios de los sesenta. Pero, además, como para avalar la idea de lo provocador del proyecto, señala que el techo de la barra está a doble altura. Es decir que le resta la intimidad habitual de esos espacios. Y que, además, el piso superior no mira hacia la calle sino que balconea hacia el interior. Le pregunto a Javier si, entre las mencionadas transgresiones, fueron sus padres, los Banchero o algunos otros socios, los que decidieron ponerle Florida Garden al negocio. “Habrá sido una decisión conjunta”, me dice. Lo cierto es que existían motivos. Nota aquí.




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