miércoles, enero 31, 2024

Fetén Fetén

Fetén Fetén, el éxito inesperado de dos músicos que saben hacer de todo

Diego Galaz y Jorge Arribas empezaron como un dúo de música tradicional y festiva. Diez años más tarde, los artistas más famosos se pelean por colaborar con ellos.

Lo de Diego Galaz y Jorge Arribas no fue amor a primera vista. Qué va. La tarde del verano de 2002 en que se conocieron, en una sala de ensayos burgalesa, Diego reparó en aquel acordeonista zangolotino y gafotas, repeinado con la raya al centro, y pensó: menuda pinta de empollón. Jorge contempló a un violinista espigado de los rizos revueltos y se dijo: este se las da de bohemio. Hoy, los dos integrantes de Fetén Fetén han subido juntos a un escenario en más de 2.000 ocasiones y exhiben una química personal tan desbordante que en los hoteles aún a veces les preguntan si prefieren camas individuales o de matrimonio. Y es un equívoco que les ruboriza, pero sobre todo los enorgullece.

Galaz (Burgos, 47 años) y Arribas (Aranda de Duero, Burgos, 44) son pareja solo artística, pero la música les ha abocado a una hermandad íntima e indisoluble, un vínculo aún más vigoroso que el de los grandes flechazos. No son famosísimos, pero finiquitaron el año 2023 con un total de 113 actuaciones a sus espaldas (incluida una gira por Cabo Verde) y es imposible pasear con ellos por el centro de Burgos sin que el paisanaje local los detenga y abrace a cada rato. Más difícil todavía se antoja encontrar a algún compañero de oficio que no los piropee. Ellos se dicen “un par de culos inquietos, eternos aprendices de todo, desprejuiciados y sin pereza”, pero han cantado para ellos —agárrense— Natalia Lafourcade, Julieta Venegas, Bunbury, Drexler, Kevin Johansen, Depedro, Ismael Serrano, Rozalén, Travis Birds, Guitarricadelafuente y una docena larga de otros tantos nombres ilustres. Fito Cabrales los incorporó este año pasado a la gira de sus Fitipaldis. ¿Unos folcloristas castellanos incrustados en una banda de rocanrol que llena pabellones? “Somos músicos versátiles y de oficio. Puedo coger ahora una acústica y tocarte a lo Tom Petty. Y Fito, que tiene un corazón que no le cabe en el pecho, valora esas cosas”, resume Galaz. 

Todo en la historia de los Fetén es insólito; tanto como algunos de los instrumentos en que se han especializado. Entre los dos saben tocar unos 30 distintos, pero Diego últimamente causa sensación con el serrucho (su abuelo materno, don Atilano Ballesteros, regentaba en Burgos la carpintería La Industrial) y Jorge maneja una silla plegable de camping agujereada y manipulada para sonar, y esto es verídico, como una flauta dulce. No lo hacen por fardar o resultar estrafalarios, sino como parte de su compromiso con la cultura más popular y genuina, esa en la que militaban nuestros ancestros cuando “postureo” era un término que no constaba en ningún diccionario. “Nuestros abuelos sí que eran unos auténticos melómanos”, exclaman, unánimes. “Era una generación a la que la música les hacía sentir bien, porque los sacaba de esa cotidianidad anodina de la pobreza o el cuidado de la prole. No buscaban a cantantes guapos o festivales en los que sirvieran mucha cerveza: la música era parte consustancial de la vida y la felicidad”. Nota aquí.








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