Las pestañas de la virgen
El color de las pestañas
de la virgen Macarena
le otorga un rasgo de pena,
que padecen sus entrañas
al ver tanto griterío.
Sevilla y su poderío,
su jiralda y su Guadiana,
su libertad lisa y llana
no entienden tal saborío.
No llegó la sangre al río,
pero algunos penitentes,
abatidos, persistentes,
han teñido de sombrío,
algunos con vocerío,
intervenciones extremas.
Unos perdieron las flemas,
otros dijeron no importa,
y el obispo los exhorta
a reflexiones serenas.
Sevillana y macarena,
macarena y sevillana,
crisol de la fe cristiana,
demasiado nazarena
para mujer sevillana.
En los bares de Triana
y en las tabernas del río
se oye un escalofrío
de un gitano cantaor.
Y el aire toma el color
festivo de otro rocío.
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