Todo lo que devora la salud mental de los artistas que echan el freno: “Me extraña que no abandone más gente”
La presión por los números, la obligación de alimentar el algoritmo de las redes, la sobreexposición y la velocidad de la industria desafían a una generación de músicos.
Nadie sabía que aquel sería su último concierto. Pero ahí estaba ella. Hecha polvo. Tiritando, tambaleándose y llorando sobre el escenario del Kalemegdan Park de Belgrado, en Serbia. Como una niña desprotegida. Delante de 20.000 personas que la abucheaban. Nadie consideró que quizás Amy Winehouse no estaba en condiciones de salir a cantar aquel 18 de junio de 2011. Y nadie se lo impidió. La cantante británica de voz rasgada murió solo un mes después en su cama, junto a tres botellas de vodka. Tenía 27 años.
La industria musical ha cambiado desde entonces. “Ahora se protege mucho más a los artistas. No se les deja subir a un escenario si no están en condiciones”, explica Domingo García, CEO de la agencia de representación Arriba los Corazones y exdirectivo de Universal Music. Este ejecutivo ha trabajado con cantantes como Emilia, David Bisbal, J Balvin, Carlos Vives o Raphael, a quien acompañó al especial de Navidad de La Revuelta el año pasado, el día que tuvo el accidente cerebrovascular. “Levanté la mano y le dije a [David] Broncano que había que parar porque Raphael estaba dando respuestas inconexas. Nos acojonamos”, recuerda.
En la actualidad, la salud física y mental de los artistas se ha vuelto a poner en el centro debido a las cada vez más frecuentes retiradas temporales. Los últimos, los argentinos Ca7riel y Paco Amoroso, cuyo éxito se ha disparado en el último año y medio, que anunciaron la semana pasada que habían decidido echar el freno para “descansar y sanar”; y también, en el mundo del entretenimiento, el propio Andreu Buenafuente, que canceló su agenda, incluida la presentación de las campanadas de año nuevo en RTVE, tras un episodio de estrés. “Hubo un momento en que ya no pude, me desalineé y mi cuerpo dijo, tienes que parar, y así lo hice”, explicaba.
Muchos se plantan ante el estrés, la presión, el cansancio o la velocidad que implica una profesión más exigente de lo que se ve a simple vista. “Esta industria está todo el rato quemando peña. Por eso hay tantos cantantes que están mal de la olla con psicólogos y psiquiatras. Lo dejan, se retiran un año... Eso no pasaba antes”, expresaba el cantante Álvaro de Luna en una entrevista en EL PAÍS hace unos meses.
Otra de las últimas en alejarse una temporada ha sido Rozalén, que se une a nombres como Delaporte, Lola Índigo o Vetusta Morla. La cantautora manchega ha anunciado una pausa indefinida en su carrera para tomar un descanso por “agotamiento emocional”. Parones por los que también han pasado Quevedo, Pablo Alborán, Valeria Castro, Rigoberta Bandini o Dani Martín, y por los que pasarán este 2026 Mikel Izal o Dani Fernández, cuando acaben sus giras. Nota aquí.

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