Muestrario de rabias y afectos
La intérprete se mostró como lo que es: una cantante extrema y sensible. Presentó las notables canciones de Maldigo, su último disco, en el que versiona con su capacidad transformadora temas de Aristimuño, Cabrera, Miguel Abuelo y Violeta Parra, entre otros.
Se levanta el telón y el teatro no está, faltan los fondos, las bambalinas, las patas, los expedientes de la tradición escénica y su caja. Sólo hay luces penumbrosas y humo sobre la precariedad de los muros desnudos, sobre la impudicia del ladrillo que se deja ver; sobre eso que nunca se pule porque no se muestra y ahora es el escenario. La banda ya suena, intensa pero no fuerte, y desde el fondo Liliana Herrero avanza hacia el proscenio. “Los ojos de los niños... cuando el mundo los cautiva”, canta y todo lo que suena tiene que ver con ese escenario en el que anversos y reversos empiezan a entreverar sus posibilidades. Nota aquí.
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