Viaje alrededor de un mundo con más náufragos que navegantes
A partir del próximo lunes, estará en las librerías el libro póstumo del gran escritor uruguayo. Dividido en cuatro partes, incluye textos que fluyen entre las cuestiones de género, la sensibilidad por los pájaros, el fútbol y el imaginario de la dominación.
La cadenita del tiempo, “el había una vez”, no se rompe. El poder de su palabra, aunque sean textos póstumos –la cesación de la escritura, la comprobación manifiesta de la finitud–, es como la piel de una obra que nace de un mundo coherente, una especie de “cosmogonía” que logra ensamblar aquello que suele revelarse como disperso: ver, oír y contar. Los lectores, los caminantes del mundo que deambulan de una impresión a otra, de la memoria a la realidad –y viceversa–, vuelven a quedar maravillados por una red de relatos y voces, un tejido metafísico que indaga desde las partículas más elementales del ser hasta el campo de batalla de viejos problemas como las desigualdades, las injusticias, los genocidios, la impunidad de siempre. “Había peces jamás vistos, plantas de ningún jardín, libros de imposibles librerías. En la feria de la calle Tristán Narvaja, en Montevideo, había cerros de frutos y las calles de flores y había olores de todos los colores. Había pájaros musiqueros y gente bailandera y había predicadores del cielo y de la tierra, que subidos a un banquito gritaban su mensaje final.” La frase convocada es una ventana para ingresar al familiar universo de El cazador de historias (Siglo XXI), el último libro de Eduardo Galeano, que estará en las librerías del país desde el próximo lunes. Nota aquí.
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