Brexit
Inglaterra es el grito monolítico de Stonehenge, la pretendida singularidad de un nacionalismo que ha resultado ser, como todos, racista y económico. Solo por aquí podemos empezar a hablar del referéndum sobre su permanencia en la Unión: porque mientras la libra cotizó en el cielo esmeralda de la prosperidad y Europa era las cuentas cuadradas en Berlín, con una construcción que únicamente ha sido monetaria, Inglaterra --la isleña, la monolítica--, estuvo encantada de sentarse en su consejo de administración. Pero resulta que también hay otra Inglaterra, con esta paradoja: mientras que el 70% de la juventud está a favor de la permanencia en la UE, el 70% de los viejos ha votado en contra. Es decir: la gente que tiene menos futuro ha dejado sin futuro europeo a los que sí desean tenerlo. Nota aquí.
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