miércoles, noviembre 23, 2016

Joaquín Sabina

Dos sonetos y un brindis para Krahe

1.
Lo quemaron en la hoguera, por blasfemia,
los esbirros tridentinos de la fe,
los licores del amor y la bohemia
maquillaban sus arrugas y su sed.

Conjuraba con su verbo la epidemia
de un decenio tan vulgar y tan fané,
con su canto, su orfandad, su polisemia,
les quitó a las semifusas el corsé.

Qué más puedo decir, era mi hermano,
mi cómplice, mi cuate, mi maestro,
en un bar sin ventanas a la RAE.

Competía con Brassens cada verano,
tan anarquista y, sin embargo, diestro
en el apocalipsis según Krahe.

Completo aquí.

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