Rodolfo Serrano: la poesía tan cotidiana como el pan de cada día.
Camina pausado por sobre las calles del Centro Histórico de la Ciudad de México; lleva puesto un sombrero como los usados por Humphrey Bogart en Casablanca. Enciende un cigarrillo y mira reflexivamente, como quien ha vivido mucho y sabe cuál es el final del cuento. Durante sus intervenciones en la Feria del Libro del Zócalo, fue presentado como un periodista español, ex colaborador del diario El País y autor del libro Un oficio de fracasados. Casi en ninguna de las actividades dentro de la Feria se hizo mención de su otra faceta, una especie de vida e identidad paralela al periodismo: Rodolfo Serrano también es un poeta y uno de los mejores en la actualidad dentro del circuito latinoamericano y español.
Autor de varios poemarios, este hombre de setenta años, caminante, lector-devorador de periódicos, amante del tango y enamorado de Julia –su compañera de vida-, transita por las calles de este antiguo lago, hoy convertido en una urbe monstruosa y recolecta estímulos a su paso: una mirada; el olor del café recién hecho; la sonrisa de un niño; la conversación telefónica de un desconocido que habla más fuerte de lo normal o el relato crudo, hiriente y verdadero –demasiado verdadero- de un colega suyo, quien narra cómo el periodismo resulta ser un oficio de alto riesgo en América Latina. Nota aquí.
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