LA POESÍA TERAPÉUTICA DE E.S.R.
Ahora, cuando no puedo más
con el ruido del mundo,
cuando me sobrepasa
la mezquindad de los hombres,
abro un libro de versos
de Eloy Sánchez Rosillo y dejo
que me vaya empapando esa serenidad
que vive en sus poemas. En ellos
hay siempre mucha luz y pájaros y puestos
de flores y de frutas en los que demorarse
mientras avanza por el cielo otra mañana
de ese verano eterno que puede ser la vida
cuando es mirada con los ojos limpios
y el corazón abierto. Ese verano
cuyos atardeceres a la orilla del mar
son siempre -a contraluz- atravesados
por una joven intensamente bella
que se aleja dejándonos de golpe
muy solos y muy huérfanos, pero siempre
con la seguridad de que mañana
volverá todo a estar igual que estuvo ayer:
la luz, los pájaros, las frutas… esa muchacha
que se aleja por la orilla, entre la espuma
rota de las olas, y allí arriba la luna,
a la que no se le escapa una,
mirándome -solo soy
un ser humano- con cara
a veces de reprobación…
con el ruido del mundo,
cuando me sobrepasa
la mezquindad de los hombres,
abro un libro de versos
de Eloy Sánchez Rosillo y dejo
que me vaya empapando esa serenidad
que vive en sus poemas. En ellos
hay siempre mucha luz y pájaros y puestos
de flores y de frutas en los que demorarse
mientras avanza por el cielo otra mañana
de ese verano eterno que puede ser la vida
cuando es mirada con los ojos limpios
y el corazón abierto. Ese verano
cuyos atardeceres a la orilla del mar
son siempre -a contraluz- atravesados
por una joven intensamente bella
que se aleja dejándonos de golpe
muy solos y muy huérfanos, pero siempre
con la seguridad de que mañana
volverá todo a estar igual que estuvo ayer:
la luz, los pájaros, las frutas… esa muchacha
que se aleja por la orilla, entre la espuma
rota de las olas, y allí arriba la luna,
a la que no se le escapa una,
mirándome -solo soy
un ser humano- con cara
a veces de reprobación…
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