Contar, cantar y bailar
- Rozalén alcanza el éxito en su visita al Concert Music Festival combinando sencillez, sensibilidad y lírica envolvente.
Rozalén canta -muy bien, por cierto-, como asegura el tango, con una garganta con arena que desmenuza las estrofas y se mueve entre la dolida desesperación y el angelical susurro de gozo. De esos colores vocales dio muestra en sendas versiones de La belleza, para recordar a Aute, y La llorona. Y del llanto a la alegría que impulsa el alma y el celo de los que tienen la responsabilidad de crear y compartir para que no se quede el hecho en una simple exhibición de aptitudes, ofreció la artista un caramelito final en esa terna de composiciones con Al cantar, una maravillosa opción perdida para representar a España en el Festival de Eurovisión en la bella voz de Amaia Romero y que recuerda agradablemente a aquel La, la, la de Massiel en el año en que se ha cumplido el medio siglo del casi único triunfo patrio en aquel certamen.
Acabado el periplo sentimental por un instante, la cantautora anunció a Chiclana que “a partir de ahora, cachondeo” y se cubrió las espaldas con unos músicos juguetones que, en un divertido pique de aptitudes al acompañamiento, la ayudaron a poner en pie Me arrepiento, el despecho mejor cantado para exorcizar los demonios de la pasión. Nota aquí.
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