Otras vidas
Si los dioses me dieran otras vidas,
tal vez repetiría
aquel viaje en automóvil por la pampa.
Buscaría en Ushuaia la cabaña
en el bosque
de lengas y viviría de nuevo la belleza
de un San Petersburgo por la tarde.
tal vez repetiría
aquel viaje en automóvil por la pampa.
Buscaría en Ushuaia la cabaña
en el bosque
de lengas y viviría de nuevo la belleza
de un San Petersburgo por la tarde.
Si tuviera otras vidas, tal vez me sentaría
en el mismo Cerro de Montevideo,
o entraría en la misma librería de San Telmo
y buscaría los libros de Neruda
de Losada.
en el mismo Cerro de Montevideo,
o entraría en la misma librería de San Telmo
y buscaría los libros de Neruda
de Losada.
Si los dioses alargaran la vida que hoy no tengo,
iría, por fin, hasta Santiago, buscaría La Alameda
y pasearía como pasean los hombres libres.
iría, por fin, hasta Santiago, buscaría La Alameda
y pasearía como pasean los hombres libres.
Si tuviera más vidas,
seguramente fuera hasta los mares
donde Ajab perseguía a la ballena,
y atracaría en la isla donde Stevenson
contaba historias de piratas y tesoros.
seguramente fuera hasta los mares
donde Ajab perseguía a la ballena,
y atracaría en la isla donde Stevenson
contaba historias de piratas y tesoros.
O abriría con Marlowe
una oficina de detectives en Los Ángeles.
O entraría, como siempre, en las tabernas
de Madrid y bebería
en silencio mientras veo pasar la vida.
una oficina de detectives en Los Ángeles.
O entraría, como siempre, en las tabernas
de Madrid y bebería
en silencio mientras veo pasar la vida.
Tantas vidas, ay, que no he tenido.
Tantos recuerdos de lo que no fue.
Tantos recuerdos de lo que no fue.
Mas de todas las vidas que deseo,
si los dioses me las dieran y pudiera
elegir, elegiría, sin dudarlo un momento,
volver a sentir tus manos por mi carne,
observar cómo bebes una copa de vino
y que tú me dijeras, como hiciste aquel día:
¿Puedo saber qué miras?”. Y me comieras
a besos igual que hiciste entonces.
si los dioses me las dieran y pudiera
elegir, elegiría, sin dudarlo un momento,
volver a sentir tus manos por mi carne,
observar cómo bebes una copa de vino
y que tú me dijeras, como hiciste aquel día:
¿Puedo saber qué miras?”. Y me comieras
a besos igual que hiciste entonces.
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