domingo, enero 27, 2019

Rodolfo Serrano

Todo un caballero
Entramos en el bar. Fuera la noche
se rompía en mil truenos y relámpagos.
Traíamos la lluvia con nosotros
y el corazón vacío. No sé dónde
habíamos dejado nuestros nombres.

Yo sabía que tú jamás serías
la mujer que salvara tantas noches
de alcohol y soledad. Y yo no era
el corazón salvaje que buscabas.
Más tampoco importaba demasiado.
Nunca seríamos los chicos de la peli,
pero una copa con alguien siempre tiene
una atracción fatal a ciertas horas.
Así que, en fin, bebimos cada uno
sin mirarnos siquiera y sin hablarnos.
A veces es curioso lo que uno
puede imaginar cuando se encuentra
en la puerta de un bar a una mujer hermosa.
Y ella te sonríe, amablemente, y te agradece
que le cedas el paso
como debe de hacer siempre un caballero.


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