AMIGOS
La experiencia me enseña que no se debe
volcar en los amigos demasiada tristeza,
un poco quizá sí, lo indispensable,
que recoja una lágrima,
pero no mucho más; es conveniente
cambiar pronto de tema,
preguntar por sus hijos o sus planes,
hacer alguna broma, sonreír
u opinar de política como si te importara.
El dolor se comparte en dosis llevaderas
para que ellos no huyan de tu lado,
-nadie encuentra palabras para el consuelo-.
Y todos te dirán sinceramente
que están aquí para lo que tú quieras,
llorar, reír o incluso emborracharte.
Tú sabes que es verdad y lo agradeces
porque eso ayuda a seguir viviendo,
a que el tiempo –ese cruel enemigo
que quieres detener− pase deprisa,
a no pensar en la tristeza un rato,
a callar la verdad por unas horas.
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