jueves, agosto 24, 2023

Manuel López Azorín

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Regreso de nuevo y vuelvo con ganas y recordando a uno de mis poetas favoritos, Don Antonio Machado que murió de pena y de cansancio en Colliure (francia) y allí continúa enterrado. Murió a los 64 años con unos versos en el bolsillo que evocaban su infancia sevillana: " Estos días azules / y este sol de la infancia" y con un dolor en su pecho republicano por tener que exiliarse y abandonar el país que le vio nacer y que tanto amaba y negaba al mismo tiempo: "Tengo un gran amor a España y una idea de España completamente negativa. Todo lo español me encanta y me indigna al mismo tiempo."( de su autobiografía)
Uno de los grandes poetas españoles, referencia de muchos poetas que llegamos después y que sigue vivo en la memoria colectiva porque la poesía de Machado es ya "palabra en el tiempo" Os dejo uno de sus poemas titulado "Retrato" y os
agradezco a todos vuestros comentarios.
Retrato
Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla,
y un huerto claro donde madura el limonero;
mi juventud, veinte años en tierras de Castilla;
mi historia, algunos casos que recordar no quiero.
Ni un seductor Mañara, ni un Bradomín he sido
—ya conocéis mi torpe aliño indumentario—,
más recibí la flecha que me asignó Cupido,
y amé cuanto ellas puedan tener de hospitalario.
Hay en mis venas gotas de sangre jacobina,
pero mi verso brota de manantial sereno;
y, más que un hombre al uso que sabe su doctrina,
soy, en el buen sentido de la palabra, bueno.
Adoro la hermosura, y en la moderna estética
corté las viejas rosas del huerto de Ronsard;
mas no amo los afeites de la actual cosmética,
ni soy un ave de esas del nuevo gay-trinar.
Desdeño las romanzas de los tenores huecos
y el coro de los grillos que cantan a la luna.
A distinguir me paro las voces de los ecos,
y escucho solamente, entre las voces, una.
¿Soy clásico o romántico? No sé. Dejar quisiera
mi verso, como deja el capitán su espada:
famosa por la mano viril que la blandiera,
no por el docto oficio del forjador preciada.
Converso con el hombre que siempre va conmigo
—quien habla solo espera hablar a Dios un día—;
mi soliloquio es plática con ese buen amigo
que me enseñó el secreto de la filantropía.
Y al cabo, nada os debo; debéisme cuanto he escrito.
A mi trabajo acudo, con mi dinero pago
el traje que me cubre y la mansión que habito,
el pan que me alimenta y el lecho en donde yago.
Antonio Machado
(retrato de Joaquín Sorolla)



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