En la noche, al lado de ella
Pienso en mí,
y que ronda la muerte por mi casa.
Aquel niño que he sido,
los veranos
de purísimo oro y emociones.
Y aquella juventud aborrascada
-como escribió don Antonio-
que yo ahora
contemplo como un sueño, solo humo.
Tantas cosas atrás. Tanta nostalgia
de los días de fuego
que se vienen
en noches como ésta hasta mi cama.
Fui feliz. Mas no repetiría
la vida que he vivido.
Cada vida
es un juego al tablero de la nada.
Distinto y con los dados
marcados en la última jugada.
Esos lejanos días
de amores y de olvidos,
estas noches de insomnio y soledad.
Tanta pasión vencida por el tiempo
tanto anhelo
perdido en la derrota.
Nostalgia de un hotel en las afueras,
un tiempo de palabras y de rosas.
Las ciudades
que nunca visitamos,
las frías madrugadas
y el silencio
y esa lluvia sagrada del invierno
en un pueblo lejano de nosotros.
Hoy espero, serenamente espero.
Ya no hay nada
que pueda hacerme daño.
En la ventana
se abre, al fin,
como un ramo de flores,
la certeza de ser sombra tan solo,
la sombra de mí mismo que se aferra
fieramente a tu nombre,
la palabra
que me guía a la luz
que busqué siempre.
(Teniéndola tan cerca).
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