El ‘puzzle’ de la herencia de Nicanor Parra, el antipoeta chileno
Los seis hijos del escritor, fallecido en 2018, logran un acuerdo unánime sobre qué hacer con el legado cultural de su padre, tras seis años de disputas legales.
Una década antes de que el chileno Nicanor Parra muriera el verano de 2018, a los 103 años, otorgó un poder por escritura pública a su hija Colombina Parra Tuca, compositora musical, la quinta de sus seis herederos, para que constituyera una fundación dedicada a preservar su legado. Con esa idea en la cabeza, el poeta redactó su testamento en 2017, en el que nombraba a la menor de sus hijas mujeres como albacea y beneficiada con el 58,3% de la herencia. Apenas unos meses después del fallecimiento de una de las plumas más importantes de América Latina en el siglo XX, se constituyó la Fundación Nicanor Parra. Los dos hijos que viven fuera de Chile, Alberto y Catalina Parra Troncoso, sin embargo, se opusieron a su creación y comenzaron una batalla judicial contra sus cuatro hermanos para anular el testamento de su padre: argumentaron que sus facultades estaban aminoradas cuando redactó su última voluntad.
En 1969, el año que Parra se hizo con el Premio Nacional de Literatura, publicó el compendio Obra Gruesa (Editorial Universitaria), en el que se incluía un poema titulado Últimas Instrucciones. La obra, como indica su nombre, es un listado de órdenes que debían realizarse en el funeral del autor. “La voluntad del muerto que se cumpla”, rezaba un verso. Y de eso fueron un poco los seis años de demandas, litigios y complejas negociaciones del clan Parra. Alberto y Catalina, representados por Andrés Cabello, querían resolver la sucesión de manera común y corriente. Los otros hijos —Francisca Parra Troncoso, Juan de Dios Barraco Parra Tuca, Nicanor Chamaco Parra Muñoz, y Colombina—, asesorados por el abogado Luis Valentín Ferrada, buscaban hacer la división considerando el legado cultural y patrimonial del artista.
En cuestión estaban los cinco inmuebles del poeta: la casa de Isla Negra y de Las Cruces, en la Región de Valparaíso, y las de Huechuraba, Peñalolén y La Reina, en la capital chilena. Eso, sumado a los valores bancarios, ascendía a un patrimonio de 3.400 millones de pesos (unos 3,5 millones de dólares). Colombina ejerció durante un año su papel de albacea y, en marzo de 2019, el 24º Juzgado Civil de Santiago designó a un administrador provisional para gestionar la herencia, el abogado José Alfredo Rojas. Nota aquí.
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