domingo, septiembre 22, 2024

Javier Bardem

 «Gaza, el cambio climático... Tal y como está el mundo no puedo celebrar nada»

El actor visita el Festival de San Sebastián para recibir el premio Donostia que no pudo recoger en la pasada edición por la huelga de Hollywood.

«Recibo el premio Donostia con alegría pero me es imposible tal y como está el mundo celebrar nada», dijo Javier Bardem tras un discurso de más de cinco minutos en el que empezó hablando de los «crímenes contra la humanidad de Netanyahu en Gaza», pasó por el cambio climático y terminó por el uso «como arma arrojadiza» de la inmigración por parte de la extrema derecha. «Reflexiones de un día como hoy que no me permiten celebrar el premio», resaltó con el rostro serio y la mirada profunda buscando al horizonte.

Pero lo que ha traído a Javier Bardem a San Sebastián sí es motivo de fiesta. El festival de cine le ha entregado en la mañana de este viernes, jornada inaugural, el premio de honor que el actor no pudo recoger el año pasado por la huelga de actores. Así que en la Bella Easo pasará el fin de semana Javier Bardem junto a parte de su familia y sus amigos más cercanos. Y con el recuerdo de su madre siempre presente. De hecho, en la rueda de prensa donde atendió a los medios se acordó de Pilar Bardem en al menos tres respuestas.

«Espero morir siendo el hijo de Pilar y nada más que eso, esa es mi mayor consideración, ser el hijo de esa mujer», expresó después de recordar los sacrificios que hizo su madre para cuidar a tres hijos después de separarse en una época en la que no había divorcio. «En aquella época, siendo actriz, separada... poco menos que la llamaban prostituta», recordó sobre los años difíciles donde cuando Pilar Bardem «trabajaba para poder darnos chuletas de cerdo y pasta con tomate, porque no siempre había dinero». «Tres años después de su muerte sigo recordando todo lo que me inculcó, que tiene que ver con la ética, con la humildad, con la sencillez, la empatía... No teníamos dinero, pero cuando llegaban las asociaciones que ayudaban a las mujeres saharauis, les daba la mitad. Yo era pequeño y no me enteraba mucho pero mi hermano mayor le echaba la bronca. Ella fue la que me educó con esos ejemplos, y está claro que yo no soy ningún santo y muchos días soy un gilipollas insoportable, pero no pierdo de vista que formo parte de una sociedad en la que como grupo todavía podemos cambiar las cosas». Nota aquí.



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