jueves, junio 05, 2025

Camila Guevara

 Camila Guevara, la floreciente voz del nuevo sonido cubano

Nieta de dos de las grandes leyendas de Cuba, Pablo Milanés y el Che, la cantautora es una de las voces aclamadas por la crítica. Presenta ‘Dame Flores’, un ambicioso álbum debut que mezcla influencias de la música latina con la música urbana.

Pablo Milanés quiso despedirse de su público en La Habana una noche de verano de 2022. El intérprete, que ya estaba muy enfermo, conservaba una voz calmada y vibrante que lograba envolver el auditorio de la capital cubana, como una ola que acaricia la orilla. “Ámame como soy, tómame sin temor / tócame con amor, que voy a perder la calma […]”. La luz del gran músico cubano se apagaría unos meses más tarde, en noviembre.

Tres años después, sobre la tarima de un pequeño local céntrico de Ciudad de México, su nieta Camila Guevara (La Habana, 24 años) toma el micrófono. “Esta canción es de un tal Pablito Milanés, que tengo la suerte de tener su sangre”, dice ante medio centenar de personas. Interpreta aquel tema, Ámame como soy. Es la segunda actuación de su primera gira, pero toma el escenario con la seguridad de quien pasea por su casa. Guevara es una de las voces jóvenes recomendadas por Rolling Stone y la actuación en Ciudad de México es la culminación de Dame Flores, un ambicioso álbum debut en el que la música latina convive con la urbana.

La joven cantante saluda antes de la entrevista con EL PAÍS. Se sienta sobre una butaca gris con patas de madera. Habla sobre Ámame como soy. “Mi mamá [Suylen Milanés] cantaba mucho esa canción como trío con mis tías. Me encantaba cuando eso pasaba en los conciertos de él [Pablo Milanés]. Era como muy fuerte para mí. Todas tenían las voces hermosas y se complementaban muy bien. Crecí con esa canción”, apunta con una voz suave, esbozando alguna sonrisa. Guevara creció en un entorno musical. Dice que desde que era pequeña supo que quería ser cantante, pero que tuvo momentos en la adolescencia en los que no sabía a dónde iba. “Pero siento que, en el fondo, la música era mi meta final. Desde chiquita mostré mucho interés por eso”. Imitaba a su madre, empezaba a cantar ante la gente (“cuando era más chiquita, no me daba pudor; ahora, un poco más”) y pronto empezó a escribir.

Su madre le decía desde niña que debía ir a los conciertos de su abuelo, que con el paso del tiempo se daría cuenta de la importancia que tenía. “Mi abuelo ha sido como un maestro para mí. Realmente, he estudiado su manera de cantar porque era un virtuoso. Y tenía muchas armonías raras y una musicalidad muy rica, me fui dando cuenta mientras crecí. Cuando era niña, era medio obligatorio, ‘Vamos al concierto del abuelo’, ‘Vamos al concierto de la tía’. Al final, terminas tomando algo de ahí inconscientemente, aunque no entiendas nada”.

—Entiendo que nacer en Cuba también influye.

—Tengo muchas influencias de los ritmos cubanos y del sabor de cubano. La idiosincrasia de nosotros nos marca mucho a todos. Siento que en la música, la cubana, tiene como ese sabor y ese carácter que hace una diferencia.

Cuando tenía 21 años, compuso Lluvia, y más tarde llegó Crueldá. Dos pinceladas “medio oscuras”, donde el desamor y el despecho pedían a gritos la llegada de cosas mejores. Fue el origen de ese Dame Flores que titula el álbum. En él, toma el bolero y la salsa, pero también tintes de la música urbana. “La verdad, me aburrí totalmente de hacer canciones con la guitarra, así melancólicas. Decidí divertirme más dentro de la música. Siento que en la música puedes hacer también lo que tú quieras. Quería que el disco tuviera mucha diversidad. Que fuera entretenido. A veces, no me gusta escuchar un álbum entero porque necesito diferentes emociones”. Nota aquí.



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