Evangelina Sobredo
mujer que cantaba en vivo,
medio siglo decisivo,
medio siglo sin familia.
Otro medio de vigilia,
esperando que los sueños
vuelvan de nuevo a sus dueños
por los camimos de España.
Pero hoy una bruma empaña
aquellos cantos risueños.
Ella viajaba en un carro
y contra un carro se dio
el golpe que la mató.
Y sus canciones de barro,
plenas de brío y desgarro,
vienen para socorrernos.
Ya entonces unos enfermos,
sin visos de curamiento.
Enterraron el contento,
nada nos queda o tenemos.
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