sábado, enero 13, 2024

Pablo Carbonell

 "Siempre he tenido un magnetismo sexual tremendo y he sabido utilizarlo"

Es muy difícil caer bien a casi toda España y él lleva lográndolo 40 años. "Mi gran talento es que la gente me aguanta muchas tonterías", explica

Pablo Carbonell abre la puerta recién levantado de la siesta, lo que genera una cómica discordancia: su mente se mueve a toda velocidad, como siempre, y a su cuerpo le cuesta seguir el ritmo. En dos minutos me ofrece un café, me enseña la casa a la que se acaba de mudar, regresando de la sierra a Madrid por imperativo familiar ("¿cómo convences a tu hija adolescente de seguir viviendo en un pueblo de 700 habitantes?"), me regala un polvorón y unas bebidas energéticas y no para de moverse de un lado a otro sin acabar ningún recorrido.

El café llegará un buen rato después y, junto con él, el despertar definitivo de Pablo, que desde el 12 de enero interpreta en el teatro Quique San Francisco de Madrid la obra El crédito, donde su encanto natural sólo tiene un objetivo: el dinero.

En este país suele dar vergüenza hablar de dinero, que es una cosa muy yanqui.

Eso de "la propiedad es un robo" se quedó muy antiguo, pero contar el dinero delante de los pobres está feo. Esta es una obra sobre lo que podemos llegar a fastidiarle la vida a los demás por el dinero. Cambiar una bañera por una ducha puede provocarnos una desesperación que nos lleve a atracar un banco, robar a un pariente y lo que sea. Es una desesperación muy humana. Mi personaje es el que va a pedir dinero y lógicamente, como hay más gente que pide dinero que gente que trabaja en un banco, el público se identifica conmigo, pero en realidad soy una verdadera alimaña sin escrúpulos.

¿Tú, que fuiste hippie de los de verdad, has perdido la cabeza por dinero alguna vez?

No, nunca he sido un tipo materialista. Siempre he sido muy manriqueño y he sabido que aquí acabamos todos en el mismo sitio tengamos millones o estemos en la miseria. Soy más de regalarme momentos felices. Hay gente que no lo entiende, pero sentarme a comer con los amigos o viajar son mis placeres máximos. Papá Noel me ha traído un viaje a Florencia y es lo que más ilusión me ha hecho. Soy un disfrutón de la contemplación, no he estado allí y me parece un lamparón en mi vida que hay que limpiar.

El otro día decían los Estopa que este culto al trabajo que nos quieren imponer es una mierda.

¿Pero Estopa, antes de hacer lo que hacen ahora, trabajaban de verdad?

Claro, trabajaban en la SEAT.

Ah, por eso les sale tan bien la rumba, claro. La rumba, como sabes, es el rock and roll del pueblo. Ahora lo entiendo todo.

¿Es trabajo de verdad lo que haces tú?

No, no. Yo no he trabajado en la vida y eso que tengo seis o siete trabajos diferentes y no paro en casa. Me lo paso muy bien haciendo lo que hago y procuro que mi trabajo sea algo parecido a una vía de escape. Me puede doler la espalda, la rodilla, el estómago, la cabeza y tener montones de problemas, pero cuando salgo al escenario se me curan. No entiendo cómo la Seguridad Social no receta a la gente hacer teatro. Se te quitan todos los achaques. ¿Sabes eso que dicen de que los autónomos son inmortales y están pensando en hacer transfusiones de su sangre a personas que están ya desahuciadas? Pues si les recomendaran subirse a un escenario tendrían el mismo efecto. Nadie se pone enfermo antes de subir a un escenario. Mira, contar dinero delante de los pobres da mucha grima, pero decir esto que voy a decir también la da: me encanta mi trabajo. Cuando cotizo a la Seguridad Social y la gente me dice que tendré una buena jubilación, me parto de risa porque no voy a jubilarme. En mi vida. Sé que a alguna gente esto le sentará como una amenaza, pero lo voy a cumplir.

Lo cierto es que cada vez haces más cosas.

Sí, sí. Esta obra de teatro, tengo conciertos con los Toreros Muertos, estoy en dos programas de televisión, ando reescribiendo un guión para ver si me dejan dirigir otra película, en los ratos libres estoy grabando un disco, lo que me supone mandar temas a gente, hacer canciones, meter arreglos..., y en casa trabajo de cocinero. Nota aquí.



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