jueves, junio 12, 2025

Ana Montojo

 51

Cumples cincuenta y uno, mejor dicho
los habrías cumplido en este día,
si esa maldita zorra traicionera
no se hubiera atrevido
a robarte tus años más hermosos:
la feliz madurez de una mujer completa.
Me acerco hasta tu lápida con unas flores blancas
y no sé qué decirle al mármol que te cubre.
Que llevo casi ya dieciséis meses
con tu nombre en mis labios,
con tu sonrisa quieta de las fotos,
con tu voz resonando en los rincones,
sin poderte decir todas las cosas
que quedaron escritas para siempre
en el libro que guarda mi memoria.
Y le cuento a la piedra, mientras toco
una a una las letras que te nombran,
que creo que hubo un tiempo en que soñaba
que era una escritora y escribía poemas
al amor y a la vida y pedía justicia
para los sempiternos perdedores.
Pero eso era antes, cuando aún esperaba
que mis versos sirvieran para algo.
Sin embargo ahora no.
Ahora veo películas
que no me importan nada
y mis ojos recorren las palabras
escritas en los libros
sin que pasen de ahí ni me penetren,
sin que muevan mi carne ni mi alma.
A veces me parece que estoy muerta
-créeme si te digo que es lo que más deseo-.
Solo el dolor del mundo, tan inmenso,
todavía consigue estremecerme.
Y le digo a la losa que te esconde
que lo único bueno de esta historia
es que tú te hayas ido sin saber
el infinito abismo de crueldad
al que ha descendido el ser humano.
La piedra me responde que estoy viva,
que no había visto nunca
que lloraran los muertos.



0 comentarios: