"No puede ser cool ser cruel"
El cantautor español habla con Billboard Argentina sobre su vínculo con el país, la vigencia de “Papá, cuéntame otra vez” y el desafío de escribir canciones de “nosotros” en tiempos de algoritmos, mientras sostiene que aún quedan canciones bonitas por hacer.
Ismael Serrano brindó una entrevista exclusiva a Billboard Argentina en la previa de sus únicas dos funciones en formato acústico en el Teatro Ópera, los próximos 26 y 27 de noviembre, donde presentará un espectáculo lleno de poesía y un repaso de sus grandes éxitos, esas canciones que se volvieron himnos de una época en la que nos sentimos intensamente vivos y el futuro era nuestro.
Volver a la Argentina siempre tiene algo de hogar para este cantautor español. No sólo porque aquí están muchos de sus afectos, sino porque fue este país el que le abrió una puerta inesperada cuando "Papá, cuéntame otra vez" cruzó el océano y encontró un eco propio en el público local. Desde aquella primera visita en 1997, que lo llevó de un show íntimo en La Trastienda a un teatro Maipo colmado, el vínculo se fue volviendo cada vez más profundo.
Hoy, después de pasar por escenarios como el Gran Rex y el Movistar Arena, mira hacia atrás y reconoce el cariño del público argentino y la huella que este país dejó en su manera de entender la música y el oficio de cantautor. No se convirtió en gran tomador de mate ni en asador experto, pero abrazó la tradición musical local de la mano de Atahualpa Yupanqui y Mercedes Sosa a León Gieco, Fito Páez o Luis Alberto Spinetta.
En tiempos en los que los algoritmos parecen gobernar los oídos y las pantallas, defiende la vigencia de la canción que dice "nosotros", esa que habla de memoria, de desencanto y de utopías, aunque compita en desventaja con estribillos coreografiables. Por eso celebra la aparición de nuevas voces como Milo J, o el compromiso de artistas españolas como Rozalén o Zahara, que siguen apostando por una canción con relato y sensibilidad.
A la par, se interroga sobre el rol de las redes sociales, el desgaste de la exposición permanente y la crueldad convertida en espectáculo. Frente a esa ola de pesimismo, se aferra a la idea de que todavía se pueden escribir canciones bonitas y honestas, como las que dedicó a sus hijos.
—¿Qué significa volver a Argentina?
—Volver a la Argentina siempre es bonito, porque gran parte de mis afectos están allí, porque es un país que ha sido extraordinariamente generoso conmigo. Y, además, cuando la agenda lo permite, me gusta recorrerlo, ir a lugares a los que no vamos habitualmente, regresar a ciudades a las que hacía mucho que no iba. Es una alegría, sí.
—¿Recordás tu primera vez en Argentina?
—Mi primera vez en Argentina fue en el año 1997. Recuerdo que por aquel entonces me dijeron que "Papá, cuéntame otra vez" podía funcionar en el país, y para mí era algo insospechado: pensaba que era una canción muy local. Nunca imaginé, cuando sacamos aquel single, que podía pasar algo así. Latinoamérica estaba en mi mirada como algo muy lejano y, sin embargo, recuerdo que en esa primera visita fue una sorpresa para todos ver la aceptación. Me acuerdo de un concierto en La Trastienda, una pequeña presentación allí, que nos animó luego a hacer un teatro. En la siguiente visita, que creo que fue ese mismo año, fuimos al Maipo, mi primer teatro en la Argentina. Fue en el 97 o 98 e hicimos dos funciones.
—Después visitaste el Gran Rex, llegaste al Movistar Arena (hiciste dos) y ahora el teatro Ópera. Has recorrido mucho la Argentina. ¿Qué costumbre nuestra adoptaste?
—El mate nunca fui capaz de incorporarlo; no está en mis hábitos. El asado, cuando un amigo me invita, por supuesto que lo disfruto, pero tampoco soy un gran asador en ese sentido. Más allá de eso, gran parte de mis referencias musicales van desde Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa, León Gieco, Fito Páez, Luis Alberto Spinetta… Quizá no tengo asumidas muchas de las costumbres gastronómicas del país, pero las disfruto siempre que voy, eso sí.
—Y de la nueva generación de músicos, ¿escuchás a alguno?
—Me parece muy interesante lo que hace Milo J. Siento que creó un género dentro de la hegemonía de lo urbano. Un chaval con esa sensibilidad, con una militancia en la memoria, me reconcilia un poco con el mundo. Además, en un contexto donde hay mucha impostura, donde el artificio se pone por encima del corazón y de la necesidad de contar un relato, de contar una historia. A mí me parece que Milo sí tiene un relato, una historia que contar. Me seduce y me ilusiona. Nota aquí.

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