Día de los Santos Inocentes
Por Adrián Abonizio*
-!Brindemos, sí, pero hagamos silencio por los Santos Inocentes que mandó a matar el terrible Herodes!, explotó poniéndose de pie la tía Eulalia. -Esta boluda siempre arruinando las fiestas, dijo por lo bajo Diácono. -Te escuché. réprobo, oí tu insultante frase, pero sigamos y oremos, terminó con un abatimiento teatral. -!Saquenle el chupi, reclamó alguno. Era la previa del remanente de los festejos con las sobras navideñas: Parva de trozos de pollo, hectolitros de sidra, pilas de turrones yacían tapadas sobre el mantel de hule de la casa de la Nona, mientras eran las once de la mañána de aquel 28 de diciembre y la tía Eulogía otra vez se había mamado tempranamente -!Soy una catequista de ley, una esclava del Señor!, gemía amparándose en sus fueros celestiales cuando fue arriada hacia una de las reposeras para que se aireara y soltara la copa que tenía en su garra como si fuera el Santo Grial. Leer nota.
domingo, diciembre 28, 2008
Santos Inocentes
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