lunes, febrero 20, 2012

Carlos Carnicero

Domingo en San Telmo, Buenos Aires. El amor a la ciudad
Cientos, quizá miles, de merolicos y artesanos exhiben sus manufacturas. Se regatea con moderación y respeto. El peso está desbocado porque no está sometido al valor real del dólar. Y la inflación que no reconoce Cristina Fernández se ha apoderado de las veredas. Las listas de precios se modifican con portaminas y el papel ya no resiste el roce de la goma de borrar. Uno no se reconoce en el precios del vacío, del asado o del ojo de bife. La carne es la gasolina del pueblo argentino y está disparada, por las nubes.No es fácil caminar por la calle Defensa. Es el eje vertical de la expansión de la ciudad, los domingos por la mañana, en el barro de San Telmo. Por ahí empezó la ciudad. Por ahí se define en los días feriados. Crónica aquí.

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