jueves, marzo 20, 2014

Juan Villoro

Última lección

En algún momento los niños se preguntan a qué se dedican sus padres. Saber que el mío era filósofo no me llevó muy lejos. Pedí más datos y explicó que estudiaba "el sentido de la vida".
Mis compañeros tenían padres con oficios comprensibles: un médico, un piloto, un vendedor de alfombras. Cuando les dije que el mío buscaba el sentido de la vida pensaron que se trataba de un vago que iba de cantina en cantina.
Nada más lejos de la realidad. El pensamiento sólo tiene días hábiles y los de mi padres estuvieron llenos de libros, seminarios, cátedras. Recuerdo una conferencia suya en un auditorio de la UAM-Iztapalapa. De pronto se fue la luz. Él acalló el rumor del público diciendo: "Afortunadamente, las palabras y las ideas son luminosas en sí mismas", y continuó sin perder el hilo del discurso.Nota aquí.


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