La huella de Hemingway en Cuba
Visita a Finca Vigía, casa museo del escritor en el barrio habanero de San Francisco de Paula
De vez en cuando, Cuba enseña su lado más internacional. Y cuando lo hace es con fuerza. La figura de Ernest Hemingway es uno de esos viejos símbolos sobre los que se han volcado tantos esfuerzos que ya rozan la obsesión. No es para menos: el escritor vivió aquí más de 20 años.
Lo primero que hizo Hemingway cuando llegó a La Habana fue bebérsela entera. Se hospedó en el hotel Ambos Mundos, en la concurrida calle Obispo. Y desde allí se arrastraba por las noches a dos de los bares más famosos del planeta: El Floridita, "la cuna del daiquiri", y La Bodeguita del Medio. Tanto es así que el tirón de los locales se debe al autor de El Viejo y el mar. En el primero, una estatua del americano, acodado en la barra, le rinde pleitesía; en el segundo, cuyas paredes están forradas de garabatos de clientes, las perennes filas para entrar a un lugar lo dicen todo. Nota aquí.
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