Crónica de Patxi Andión
Un concierto en el Teatro Fernando Fernán Gómez, con las piernas cruzadas y las orejas abiertas para no perder ápice de cada afilada letra. Rodeado de personas que no escondían la admiración ni el sentimiento, que aparentemente me doblaban en edad, pero que respiraban la libertad del indomable. Un recuerdo al exilio de mayo del 68 y un viaje, de ida y vuelta, hacia la honestidad de un cantautor vasco llamado Patxi Andión.
En la noche en la que el hombre de negro, Johnny Cash, hubiese cumplido 85 años, Patxi Andión volvía a tocar en Madrid. Dos músicos del aquí y del allá que anoche, sin buscarse, se cruzaron en mi pensamiento. Probablemente Patxi, ajeno al aniversario de su colega, se vistió de negro y regó algunas de sus melodías con arpegios blueseros, de esos que suenan en las carreteras desérticas de Norteamérica. Y es que a veces, sin conocimiento de causa, estas “coincidencias” inexplicables asaltan al mundo de los artistas. Crónica aquí.
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