jueves, mayo 31, 2018

María Guivernau

LLUVIA

La boca entreabierta
quiebra el silencio
dejando escapar
un gemido.
Tiembla la carne,
se eriza el vello,
los poros despiertan,
se deja llevar el cuerpo
al ritmo frenético de unas manos
colmadas de deseo.
Fuera,
tras los cristales,
también llueve.



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