viernes, junio 19, 2020

Rodolfo Serrano

Barrio
Era la casa aquella y el barrio de suburbio.
Y las calles de barro y los cielos lejanos.
Recuerdo esos momentos como si fuera ahora,
la luz que parecía iluminarlo todo.

Y las dulces mañanas en el bar de Eleuterio.
Y Los Mellis, Enrique, Pepe el Bruto y la Paqui,
Pitu, Fani, las Maris... y la sangre en las venas
que late aún en nosotros en las noches más tristes.
Esos años felices, y la gloria que estaba
a cada paso nuestro en la puerta de casa.
Cuando éramos tan jóvenes y felices y el mundo
era un cigarrillo y una noche de sábado.
¿Y quién iba a decirnos que en aquellos muchachos,
que atrapaban la vida en cada gesto, estaban
estos días que ahora vivimos con angustia?
Este futuro amargo no entraba en nuestros planes.
Teníamos los sueños y ese amor. Y rompíamos
el dolor de aquel tiempo, los días de la ira,
de la miseria triste, del silencio obligado.
Acariciamos entonces toda la piel del mundo.
Los años son la niebla de todos los recuerdos.
Pidamos, si es que hay dioses que puedan escucharnos,
que venga piadosa la oscuridad y abrace
el olvido de todo lo que un día perdimos.
Y que nos quede solo una luz encendida,
la nostalgia del barrio aquel en que aprendimos
que el futuro ya estaba en tu carne y la mía,
y aún está en estos cuerpos que han llegado a la noche.



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