Ya se puede ver el documental “Pongamos que hablo de Sabina”
La serie de tres episodios ilustra luces y sombras de la historia del cantautor, que es representado como espejo de los cambios culturales en España.
Es bien sabido que, durante cierto tiempo y espacio, medio Madrid tenía llave de la casa de Joaquín Sabina. Que por esas noches de los ’90, su dúplex bullía de creatividad y excesos. Que aquello era un permanente ir y venir de ilustres y desconocidos. Aunque el cantautor ha tenido el buen tino de cambiar de cerradura, Pongamos que hablo de Sabina (reciente estreno Atresplayer Premium) abre la puerta de este artista que ha cantado a viva voz su intimidad.
Su director asegura que, en sus tres episodios, están presentes las múltiples facetas del cantautor por las propias características del sujeto. “Es un artista poliédrico”, asegura Alberto del Pozo en entrevista con Página/12. “Creo que el trabajo va a ser tanto de interés para el seguidor que conoce toda su biografía como para los que nunca han sabido más allá de lo que son sus canciones”, plantea. Eso sí, quien no habla en Pongamos que hablo de Sabina es el propio retratado. “Fue un reto pero permitió una búsqueda de otro tipo. Nos hemos acercado a él a través de personas que lo han conocido y nunca habían hablado”, arriesga. Y así es como en este registro coral aparecen varias de sus criaturas. El que escribía de noche en las whiskerías. El mejor dibujante de su personaje. El entrevistado verborrágico. El canalla que fragua su biografía. El amante gentil y el zarpado. El depresivo que logra gambetear sus achaques. El que tiene la carraspera como firma. Nota aquí.
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