domingo, febrero 23, 2025

Antonio Machado

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22 de febrero de 1939. Murió don António Machado lejos de la patria que tanto amó, en la digna pobreza que acompañó sus últimos días, casi desnudo, como los hijos de la mar. Murió rodeado del calor y el cariño de su hermano y de la esposa de éste, Matea, y con su madre, Ana, prácticamente muerta ya, en el lecho de al lado. Corpus Barga llevó en sus brazos a la madre de los Machado, enferma y anciana, cuando, entre la lluvia y el frío, cruzaron la frontera de Francia. Dice Corpus que pesaba como una niña. Ana le preguntaba constantemente: “¿Llegaremos pronto a Sevilla?”.
Pasaron la noche en un vagón abandonado en vía muerta. Terrible metáfora de su propia vida. Un gigante de las letras, abandonado y enfermo en un tren que no iba a ningún sitio.
Murió don António sintiendo el amor y el respeto de la gente de Collioure, Madame Quintana, Jacques Baills, que le acompañó al hotelito donde residió hasta su muerte, la dueña de la mercería que les prestó camisas y mudas y vecinos de la pequeña población que, junto a los soldados republicanos del campo de concentración cercano, le acompañaron hasta el cementerio. Hasta la tumba donde había de reposar, fue prestada por una amiga de Madame Quintana.
Encontró António Machado en un pueblecito francés el reconocimiento, el respeto y el cariño que le negaron los vencedores de la guerra civil. Su memoria, su bondad, su compromiso con el ser humano permanecen en nuestra memoria.
En la foto, el cuerpo de António Machado cubierto por la bandera republicana.



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