martes, diciembre 30, 2025

Joaquín Lera

 MIENTRAS LOS POETAS DUERMEN.

Otro año llega a su fin.
Mi guitarra sigue enamorada.
Mi voz, algo cansada, también.
Ella y yo conseguimos cumplir algunos sueños.
Bien lo saben mis ojos y los suyos.
Mis manos doloridas siguen trasteando.
Afinando y cambiando cuerdas viejas… por otras bronceadas.
El nylon sigue haciendo ovillos y anillos en pesebres de papel.
Igual que el níquel y el acero,
el cobre o el latón.
Mis dedos parecen caballitos trotando,
por orillas saladas que endulzan el aire.
Han cruzado mares y ríos.
Lagunas y desiertos.
Montañas acariciando el cielo.
Pueblos de arcilla y de barro,
con tejados de nube y paredes de adobe.
Barandillas de nieve y carámbanos… mordiéndose las uñas.
Campanarios donde anida el asombro.
Ciudades desveladas.
Rascacielos enmascarados.
Vías de tren solitarias… donde pasan cosas.
Autopistas de acordes con hambre.
Pentagramas de seda y de sangre.
Mi guitarra y yo seguimos tocando madera.
Sus aros, de Sol y de Luna,
conocen los bosques.
Cipreses, caobas y alisos.
Tilos y arces.
Cedros rojos del pacífico y palo santos.
Mi guitarra y yo hacemos el amor a diario.
Mi guitarra y yo nos abrazamos.
Nos sentamos en sillas de mimbre y en cueros.
En camas ardientes y alfombras desnudas.
Reímos con la hierba que abriga.
Lloramos con la escarcha que anula.
Gemimos de dolor entre ruinas,
y de placer al lado de las musas.
Dormimos en el suelo o de pie.
Nos deslumbran focos abstemios y faroles borrachos.
No nos gusta que nos roben,
ni las mentiras, ni las guerras,
ni los violadores, ni los asesinos, ni las medias tintas, ni las balaceras.
Nos gusta la paz, la armonía, los tesoros del alma.
Nuestros tiros son quejidos.
No matan a nadie. Alimentan al espíritu.
Alumbran. Armonizan. Calman.
Cobijan y besan.
Amamantan.
Todo esto lo escribo mientras duermen los poetas.
Mientras duermen a mi lado los poetas.
Esos que iluminan con sus versos
los caminos de mi vida.
Mi guitarra y yo… lo sabemos.



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